¿Y LOS PANDAS?


Cómo hacer para que los visitantes no vuelvan

Lugar donde estaba la lagunita en la Zona Centro de Ensenada.

POR: JORGE L. MARTINEZ

Podría darse el caso que un ‘ovni familiar’ se diera una vuelta por Ensenada, cómo podría alguien venir de tan lejos y seleccionar esta latitud del mundo, la ciudad está en un lugar inmejorable a nivel mundial; puedo imaginar la nave no mayor de tamaño que un carrito de hotdogs flotando, buscando lugar donde estacionar, quiero decir donde aterrizar.

Al menos como llegarían desde el cielo no tendrían, todavía, que pasar un retén militar.

Casi puedo ver a los monitos verdes y delgados, bajar el volumen de El Serenade No.13 para cuerdas de Mozart, mientras mueven negativamente su grande cabeza y dialogando entre ellos, preguntándose que mierdas tiene la gente de este planeta en la cabeza, se dirían que no hace ni 110 años habían venido y había mucho espacio natural en ese preciso lugar donde posarían su nave, justo a la sombra del cerro de El Vigía por las tardes, donde sus niños “aliens” podían jugar entre los encinos y otros árboles que había y la gente pacífica como la que hay todavía, no los miraba feo, sino todo lo contrario.

Había una hermosa playa de arena blanca a todo lo largo de la bahía, hasta una laguna, donde el agua dulce, preciada, no se precipitaba directo al mar, ahora hay poca agua en una presa, que la mayor parte está llena de lodo, todo alrededor de ella está lleno de casas y basura, ¿es que no pensarán en dejar un poco de espacio verde donde respire el planeta?
De darse el caso de que un 'ovni familiar' viniera por Ensenada.
Se deciden a bajar justo detrás del Hussongs, ¡todavía está ahí el Hussongs! celebran, al menos pueden beber una cerveza antes de regresar a casa; pero no, no les apetece llegar con tanto ruido y escándalo que hay en la zona, y un extraño ofreciéndose “a cuidar” su nave; sólo bajan a una altura del suelo y con una manguera sorben un poco de basura del contenedor (pues lo usan para combustible) se elevan y se van, teclean en su pantalla de Google Earth, alguna otra zona mediterránea donde puedan bajar y estirar los pies un poco, para después llevar a sus pequeños a ver los últimos pandas, antes que, desilusionados de Ensenada, decidan regresar a su galaxia, en parte contentos de que sus niños aliens hayan visto, como es que no se debe planear una ciudad.