Cierto día en la vieja Grecia, ya saben cómo son los griegos, todo democracia.
Por aquel tiempo el 343 a.C., el pueblo siciliano igual que hoy aguerrido e ingobernable, aunque no era propiamente griego, para variar hubo un levantamiento y como saben los sicilianos llegaron alguna vez de Corinto a la que consideraban la ciudad madre.
En Corinto gobernaba Timoleón, un demócrata sincero e idealista, se contaba de él que cierta vez al hermano de Timoleón lo atraparon robando o conspirando, y de acuerdo a las leyes de aquel entonces, a los ladrones les cortaban las manos.
Timoleón no solo aprobó el castigo para Timófanes, su hermano, sino que lo mandó ejecutar como mensaje a todas las ciudades griegas enemigas de la democracia. La familia de Timoleón, al igual que hoy, indignada lo exilió, así, cuando le ofrecieron ir a la isla de Sicilia a poner orden en la violenta ciudad de Siracusa aceptó de inmediato.
Con el tiempo apaciguó todas las guerras de la zona, se hizo amo de Siracusa y luego renunció al poder y al siguiente año en 337 a. C. murió en paz.
Los políticos del mundo deberían aprender de la historia de los griegos, pero ahí tenemos a gobernantes perdonando a los hermanos y dejando escapar delincuentes, la corrupción ante todo, así cómo pues.